Los microplásticos son partículas de tamaño inferior a 5 milímetros que provienen de diversos factores como la fragmentación y degradación de grandes artículos de plástico, la fabricación directa de ciertas partículas microscópicas para productos de limpieza y estética (microperlas cosméticas), microfibras de textiles sintéticos como el poliéster, fallas de pintura y el desgaste de neumáticos; y dependiendo del tipo de partículas (polímeros) que los forman, pueden ser más o menos propensos a liberar contaminantes orgánicos persistentes (COP).

Los microplásticos se han encontrado en todos los entornos marinos, superficiales y profundos, cerca de la costa y en medio de las cuencas oceánicas y son una grave amenaza para la ecología marina, ya que liberan aditivos, absorben y concentran los contaminantes ambientales y sirven como sustrato a ecosistemas bacterianos que pueden ser especies exóticas y patógenas.

A medida que los microplásticos van reduciendo su tamaño, su riesgo aumenta, habiendo más proporción de organismos capaces de ingerirlos, penetrando sus membranas celulares y comprometiendo así la alimentación, los procesos metabólicos, la reproducción y comportamiento de muchas especies marinas.

Para enfrentarnos al dilema de los plásticos en el mar, se ha de trabajar en los desafíos científicos que suponen, haciendo mejoras en los enfoques de los estudios de muestreo y caracterización de microplásticos, comprender su comportamiento a largo plazo, el alcance (biodisponibilidad) de los contaminantes que desprenden y los riesgos para el bienestar de los ecosistemas y todos sus organismos.

También precisamos de soluciones directas, como evitar el uso de productos con polímeros sintéticos, desarrollar polímeros y aditivos degradables, reducir el consumo de plástico y promover su reutilización y correcto reciclaje, así como aumentar la prevención de la contaminación marina a nivel mundial, mejorando los sistemas de depuración de residuos y concienciando socialmente de la importancia del consumo sostenible.