El pacto más trascendental del mundo para proteger y mantener la salud de los océanos ofrece esperanzas para resolver los graves problemas que afrontan nuestros mares.
POR: LAURA PARKET Publicado: 10/12/2020 National Geografic
Bancos de peces del género Plectorhinchus nadan en la Gran Barrera de Coral. Australia es uno de los países que se ha comprometido a proteger el 100 por 100 de sus mares de la sobrepesca, la contaminación por plástico y la escorrentía agrícola.
FOTOGRAFÍA DE DAVID DOUBILET, NATIONAL GEOGRAPHIC
Cuando los jefes de estado de 14 países se sentaron a finales de 2018 para debatir el mal estado de los océanos del planeta, no era seguro que saliera algo trascendental de aquella reunión. Los líderes programaron 14 reuniones, pero solo se congregaron dos veces hasta que la pandemia detuvo sus debates. Por eso el hecho de que esta semana el grupo anunciara el pacto más trascendental del mundo para proteger y mantener la salud del océano ha supuesto más que un logro notable en una época complicada. El acuerdo, negociado por videoconferencia, también aportó esperanzas de una nueva era de tratados globales sobre el clima, donde los debates basados en la ciencia triunfen por fin sobre las posturas políticas. En general, los 14 líderes acordaron gestionar de forma sostenible el cien por cien de los océanos conforme a sus jurisdicciones nacionales para 2025, un área del océano que tiene casi la misma superficie que África. Asimismo, se comprometieron a nombrar el 30 por ciento de los mares áreas marinas protegidas para 2030, siguiendo la campaña de Naciones Unidas conocida como 30×30. Los líderes señalan que estos dos grandes compromisos contribuirán a poner fin a la sobrepesca y la pesca ilegal, reconstruir las poblaciones de pesca diezmadas, detener la entrada de desechos plásticos en los mares y limpiar las «zonas muertas» creadas por la escorrentía de residuos agrícolas. «Lo que me resulta más interesante es que 14 países hayan pasado los dos últimos años hablando en un experimento que nos gustaría ver más en el futuro», afirma Nancy Knowlton, científica marina del Instituto Smithsonian que no participó en el proyecto. «Están colaborando como un equipo. Empezar con países que estén en sintonía aporta un mecanismo para conseguir algo real». No son los sospechosos habituales Los 14 países del grupo no se parecen al conjunto de líderes internacionales que suelen estar implicados en las iniciativas globales. Francia, cuyo vasto conjunto de territorios de ultramar le otorga una de las mayores huellas marinas del mundo, no fue invitada. Tampoco invitaron a potencias como Rusia, China ni Estados Unidos. «La negociación con esa categoría de país no es tan fácil», afirma Vidar Helgesen, exministro de Clima y Medioambiente de Noruega e impulsor del proyecto. «Decidimos reunir un grupo en el que la alta política no se interpusiera y en el que pudiéramos centrarnos en la tarea». La idea, según Helgesen, consistía en reunir una coalición de aquellos dispuestos —un grupo de países con ideas afines donde el océano está profundamente arraigado en la cultura e historia— a realizar debates basados en la ciencia. Por consiguiente, el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible incluye países grandes y pequeños, ricos y pobres, de todas las cuencas oceánicas. Todos dependen económicamente de los mares en distintos grados. Los 14 miembros son Australia, Canadá, Chile, Ghana, Indonesia, Japón, Kenia, México, Namibia, Noruega, Portugal y los estados insulares de Fiji, Jamaica y Palaos. En conjunto, representan el 40 por ciento del litoral del mundo, el 30 por ciento de las zonas económicas exclusivas en mar abierto, el 20 por ciento de las pesquerías del mundo y el 20 por ciento de la flota pesquera mundial. Los 14 líderes han invitado a otros países a unirse a la iniciativa.
Los corales desovan en la Gran Barrera de Coral. Una coalición de países con ideas afines y donde el océano está profundamente arraigado en la cultura y la historia han llegado a un acuerdo para proteger sus mares, debates basados en la ciencia.
FOTOGRAFÍA DE DAVID DOUBILET, NATIONAL GEOGRAPHIC
La Gran Barrera de Coral desde el cielo. Los líderes de los 14 países quieren que los océanos formen parte de la solución, no solo del problema principal. Esto significa proteger no solo a los peces, sino a los otros habitantes de los mares, como algas y bivalvos.
FOTOGRAFÍA DE DAVID DOUBILET, NATIONAL GEOGRAPHIC
La nueva ciencia que respalda el plan La iniciativa ha sido respaldada por un equipo de 253 científicos que realizaron nuevas investigaciones sobre el océano y publicaron trabajos bien documentados sobre temas que oscilan desde una evaluación para detener el flujo de desechos plásticos hasta cómo combatir el cambio climático. Al menos nueve de ellos se han publicado en Nature. «El proceso científico fue muy riguroso», afirma Boris Worm, científico marino de la Universidad de Dalhousie, en Nueva Escocia, que ejerció de asesor científico de la delegación canadiense. «Cuando te reúnes con personas con intereses discrepantes y analizáis juntos los datos disponibles, son menos propensas a regatear. Los datos son los datos. Podéis actuar juntos». Los miembros del Panel de Alto Nivel también se mostraron dispuestos a transformar por completo las ideas convencionales. En lugar de considerar el océano una mera víctima del cambio climático —algo que sin duda es, ya que está calentándose y acidificándose—, los líderes proponen que los mares formen parte de la solución global. La clave es adoptar un enfoque que lo incluya todo: gestionar de forma sostenible el cien por cien del océano, no solo las áreas protegidas. El panel señala que, si se protegen de forma adecuada, la economía oceánica, que incluye la pesca, puede expandirse. Asimismo, las acciones como la restauración de los manglares, los bosques de kelp y las praderas submarinas que pueden absorber carbono podría contribuir a contrarrestar hasta una quinta parte y ayudar a limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius, indican los líderes. «Hemos actuado como si tuviéramos que elegir entre proteger el océano o utilizarlo», afirma Jane Lubchenco, directora de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica durante el gobierno de Obama y codirectora del comité de expertos del Panel de Alto Nivel. «Es una decisión falsa. Estamos descubriendo formas más inteligentes de utilizar el océano sin esquilmarlo. El secreto es proteger la salud de los ecosistemas marinos». Afirma que las soluciones ofrecidas por el panel podrían generar 40 veces más energía renovable mediante el desarrollo de la producción de energía eólica marina y energía mareomotriz, y sacar a millones de personas de la pobreza. Los economistas del panel prevén que, por cada dólar invertido en un océano sostenible, se obtendrán cinco dólares en beneficios económicos, sociales y ambientales. Las soluciones son un conjunto de 74 acciones, algunas ya en marcha. Por ejemplo, las nuevas tecnologías permiten que Ghana rastree los buques de pesca extranjeros que merodean en sus costas y acabe con la pesca ilegal. Aunque el llamamiento del panel para invertir en la infraestructura para la gestión de residuos y aguas residuales y detener la entrada de desechos plásticos en los mares tiene un coste prohibitivo y es improbable que ocurra a gran escala en las próximas décadas, muchos países en vías de desarrollo han prohibido los productos de plástico de un solo uso y otros están poniendo en marcha sistemas de captación en sus ríos principales en Tailandia, Vietnam e Indonesia para capturar los desechos plásticos antes de que desemboquen en el mar. Metas ambiciosas difíciles de alcanzar Si estas medidas parecen otro esfuerzo inútil, los líderes dicen que el momento de tomar medidas pequeñas ha pasado. El océano, que cubre el 70 por ciento del planeta y produce más de la mitad del oxígeno de la Tierra, ha alcanzado un deterioro tan grave que se necesitan acciones más drásticas. Las décadas de incapacidad del mundo a la hora de reconstruir las poblaciones de pesca menguantes para alimentar a una población mundial en crecimiento ofrece una línea temporal que ilustra esta cuestión. La pesca alcanzó el pico de capturas a mediados de los años noventa, marcando el principio de un largo declive. El primer ministro canadiense Justin Trudeau estaba terminando sus estudios de grado en la Universidad McGill, en Montreal. Ahora, el 82 por ciento de las poblaciones de peces del planeta se consideran sobrepescadas y nuevas investigaciones demuestran que solo el 27 por ciento de las de Canadá se consideran saludables. (El año pasado, Canadá fortaleció su ley de pesca y ha hecho obligatoria la reconstrucción de las poblaciones de peces.) El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas advirtió en un informe especial de 2019 sobre la frágil salud del océano que, sin acciones, las poblaciones de peces podrían disminuir un 25 por ciento para 2100. Solo Noruega y los Estados Unidos han conseguido reconstruir sus poblaciones de peces. «No hay forma de que invertir más esfuerzos en la pesca vaya a darnos más peces», afirma Enric Sala, científico marino y explorador residente de National Geographic. Por otra parte, proteger pequeñas superficies del océano —solo el siete por ciento de los mares se han declarado áreas marinas protegidas— no restaurará la salud del océano. Ni siquiera el 30 por ciento se considera suficiente. «La meta no es solo proteger una pequeña fracción del océano y destrozar el resto, por así decirlo, sino ser ambiciosos y decir que el cien por cien de los mares deben ser gestionados para parar su deterioro», afirma Worm. «Y hay que reconstruir, recuperar y restaurar muchas cosas. Esa es la cuestión».
La paparda del Pacífico escasea en la costa de Japón. El plan hacia la sostenibilidad incluye recuperar las poblaciones de peces diezmadas, algo que el mundo nunca ha conseguido hacer.
FOTOGRAFÍA DE THE YOMIURI SHIMBUN, AP
¿Qué significa realmente «sostenible»?
Asimismo, la frase «gestión sostenible» es un término tan genérico y esquivo que deja cabida al escepticismo. Daniel Pauly, experto en pesquerías mundialmente famoso de la Columbia Británica, que no estaba vinculado al proyecto, alabó la iniciativa. Con todo, aún alberga dudas respecto a la idea de que el término «gestión sostenible» tenga repercusiones significativas.
«La mayor parte del público desconoce que sostenible no significa abundante», afirma. «Puedes mantener cualquier nivel, incluso los niveles bajos. Puedes mantener una población que está sobrepescada».
Por otra parte, si los escépticos no creen que solo 14 de los 192 países con costa del mundo puedan crear impacto, pensemos que Japón, una influencia potente en el Pacífico asiático, firmó el acuerdo para proteger un 30 por ciento de los océanos con áreas marinas protegidas. El hecho de que Japón, que ha señalado durante años su reticencia a crear áreas protegidas, haya cambiado de rumbo es «muy importante», afirma Sala.
Ahora, cuando la ONU se reúna el año que viene en China para seguir trabajando en un tratado de protecciones marinas internacionales, que Japón sea uno de los partidarios de las áreas marinas protegidas podría allanar el camino para que otros países, como China, se lo replanteen. Hasta la fecha, China se ha comprometido a proteger el 30 por ciento de su superficie terrestre, pero ha guardado silencio respecto a las protecciones marinas. El apoyo de China podría garantizar que se cumpla la meta del 30 por ciento.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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